La noción de felicidad es bastante compleja, abarcando tanto el bienestar físico como el emocional y mental. Aunque su definición puede ser desafiante debido a su naturaleza subjetiva, podemos coincidir en que se manifiesta como un estado general de armonía y satisfacción con la vida.
Dentro de la diversidad de percepciones individuales sobre este tema, existe una regla poco difundida pero poderosa que puede tener un impacto significativo en nuestro bienestar: la regla del 3-30-300.
Originalmente propuesta por Cecil Konijnendijk, un experto en silvicultura y profesor de ecologización urbana de los Países Bajos, y respaldada por diversas organizaciones, incluida Greenpeace, la regla del 3-30-300 destaca la influencia transformadora de la naturaleza en nuestra felicidad y bienestar.
Según esta regla, se busca «renaturalizar» las ciudades, pasando de entornos mayoritariamente grises a verdes, no solo para promover la sostenibilidad, sino también para mejorar la habitabilidad.
La regla 3-30-300 para ser feliz
Esta regla se compone de tres elementos esenciales:
Visión verde desde el hogar: Todos deberían tener la posibilidad de contemplar al menos tres árboles desde sus hogares, lo que les recordaría constantemente la belleza y vitalidad de la naturaleza que los rodea.
Cobertura vegetal en el barrio: Se promueve mantener al menos un 30% de cobertura vegetal o copas de árboles en los barrios, creando así entornos más saludables y verdes para los residentes.
Acceso a espacios verdes de calidad: Es fundamental que las personas puedan acceder a un parque verde de calidad dentro de una distancia de 300 metros, donde puedan disfrutar del aire fresco y la tranquilidad que ofrece la naturaleza.
A pesar de su importancia, son pocas las ciudades que cumplen con los estándares establecidos por la regla del 3-30-300, lo cual es preocupante dada la creciente urbanización a nivel mundial. Según Greenpeace, más del 50% de la población mundial reside actualmente en áreas urbanas, lo que resalta la urgencia de abordar esta cuestión.
Un estudio realizado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) examinó el cumplimiento de esta regla en la ciudad de Barcelona, revelando cifras alarmantes. Solo el 4,7% de la población encuestada cumplía con los tres criterios de la regla del 3-30-300. Aunque un 43% tenía al menos tres árboles cerca de sus hogares y un 62% contaba con un espacio verde significativo a 300 metros de distancia, solo un 8,7% tenía suficiente cobertura vegetal en su vecindario.
Los resultados de esta investigación indicaron que cumplir con la regla del 3-30-300 se asociaba con una mejora significativa en la salud mental de los habitantes de Barcelona.
Aquellos que cumplían con los criterios de la regla experimentaban una reducción en el uso de medicación y menos visitas al psicólogo, lo que sugiere un vínculo directo entre la presencia de áreas verdes y la salud mental positiva.
Estar en contacto con espacios verdes ofrece una serie de beneficios importantes para la salud y el bienestar, según Greenpeace.
Estas áreas ayudan a mitigar las altas temperaturas urbanas al proporcionar sombra y reducir la radiación solar, contribuyendo así a enfriar las ciudades y combatir las islas de calor.
Además, funcionan como zonas permeables que pueden absorber y retener agua, lo que ayuda a prevenir inundaciones y mejorar la gestión del agua de lluvia.
En términos de salud mental, el contacto con espacios verdes se asocia con una menor incidencia de problemas como la depresión y la ansiedad, así como un mejor desarrollo emocional y social.
También se ha observado que la exposición prolongada a estos entornos naturales puede mejorar la función cognitiva y reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles, como enfermedades cardiovasculares y diabetes.
Finalmente, Greenpeace señala que aquellos que tienen acceso a zonas verdes también muestran una reducción en la mortalidad prematura y mejores resultados durante el embarazo.